Para un ser humano es fácil respirar. Estamos muy bien diseñados para oxigenarnos, y si definiéramos a nuestra especie en lo esencial, tendríamos que decir que somos respiradores, que somos consumidores de oxígeno. Nuestro mecanismo para respirar es perfecto. ¡Estaríamos buenos si, a poco que nos descuidásemos, ese mecanismo fallase, o si tuviéramos que esforzarnos siempre para que nos entrara el aire suficiente!
Insisto, tenemos todo lo que se necesita para respirar bien; pero... además de respiradores somos seres mentales, emocionales, con historia, con sueños, con temores, con ideales, con prejuicios, con dependencias, con deseos de poder, con ansias de libertad, ... Y claro, cuando esto no lo gestionamos bien, pagamos un alto precio en forma de tensiones, de bloqueos o de rigideces que nos llevan a un estado corporal en el que la respiración se hace difícil.
El ritmo de la vida actual favorece el que sólo usemos una pequeña parte de nuestro potencial respiratorio. La capacidad innata para respirar de forma libre y profunda se va transformando en una respiración de supervivencia. La respiración se torna superficial y acabamos utilizando sólo la parte superior de nuestros pulmones.
¿Qué diríamos de alguien que, teniendo un palacio para vivir, sólo utiliza una pequeña habitación?. Según una antigua máxima, respirar a medias es vivir a medias. Esta sabiduría llega más allá del hecho de absorber el oxígeno suficiente. La persona que respira superficialmente a lo largo de su vida se pierde la posibilidad de obtener los beneficios que una buena respiración comporta.
Si respirar es vivir ¿por qué no respirar mejor? ¡Nunca es tarde para recuperar las funciones respiratorias deficientes o descuidadas!. La práctica y la terapia respiratoria nos ayudan a conseguirlo.
Energía vital a nuestra disposición
El aire es nuestro primer alimento y la fuente de nuestra energía vital. El aire nos aporta el oxígeno necesario para el metabolismo de las células; pero además, cuando el aire penetra en nosotros, se convierte en nuestro "aliento" (fuerza vital).
Reaprender a respirar ayuda al cuerpo a transformar en energía vital el aire que respiramos. Al liberarnos de los bloqueos respiratorios, el aliento empieza apoyar cualquier actividad que emprendamos. Nos sirve para sustentar cualquier esfuerzo físico, para aliviar tensiones musculares, revitalizar una mente fatigada o atenuar dolores localizados en algún punto. Ayuda a optimizar los recursos de la voz, la interpretación artística y potencia el rendimiento deportivo.
Pero, antes de emprender cualquier práctica respiratoria, hay que recordar que a la respiración no podemos enseñarle nada. El cuerpo sabe como respirar, al igual que sabe como realizar la digestión o hacer circular la corriente sanguínea. Por tanto, la única manera de colaborar con la respiración y acceder a sus poderes vivificantes, es apartando de su camino todos los obstáculos que bloquean su libre circulación.
El aliento espera de nosotros la eliminación de las tensiones, la corrección de los malos hábitos, de las actitudes físicas y mentales erradas, etc., que perturban y restringen su acción. En cuanto hayamos eliminado las diferentes interferencias, la fuerza respiratoria se manifestará en su plenitud y nos concederá vitalidad y salud.
Un método para prevenir el estrés
Respiración y relajación forman una pareja inseparable. La práctica respiratoria bien aplicada tiene un efecto calmante y se ha convertido en un excelente método natural para prevenir y tratar el estrés, insomnio, ansiedad, etc. La respiración profunda es un magnífico relajante del cuerpo y de la mente.
Por otro lado, el simple hecho de entrar en contacto con la respiración en un estado de concentración y de atención a su proceso, contribuye de forma considerable a la relajación global de la persona, aportándole equilibrio y serenidad.
Un camino para conocerse y ayudarse
Del mismo modo que nuestra forma de respirar influye sobre nuestro estado anímico; también ocurre a la inversa. Así, según estemos alegres o tristes, tranquilos o enfadados, vitales o deprimidos, la respiración se verá estimulada o frenada, será más profunda o superficial. La respiración siempre estará acorde a cada uno de estos estados: "No hay otro sistema que reaccione ante lo psíquico de forma tan sensible como la respiración"
La respiración, que depende del sistema neurovegetativo, reacciona ante cualquier variación de nuestras condiciones físicas, mentales y emocionales. En la respiración se manifiestan nuestros miedos, nuestras desconfianzas, nuestros bloqueos, nuestras tensiones y también nuestras alegrías y nuestra calma.
Por este motivo, si aprendemos a dejar fluir la respiración libremente y a la vez aprendemos a observarla y escucharla; podremos comprender lo que nos quiere expresar y entenderemos en que estado psicofísico nos encontramos en cada momento.
La observación de la respiración nos va guiando en el conocimiento de nosotros mismos. La percepción gradual de cada inspiración, espiación y la pausa me enseñan dónde y cómo retenemos nuestro aliento; en qué regiones de nuestro cuerpo existe tensión; donde le dejamos espacio y en qué puntos le obstruimos el paso; pero también puedo averiguar dónde hay fluidez y soltura en mi cuerpo.
Enseñanza respiratoria
El Trabajo Corporal Integral permite adquirir fácilmente los conocimientos indispensables para una buena respiración. Su enseñanza parte de la base de que la respiración es algo más que introducir aire en los pulmones y expulsarlo. El arte de respirar es la clave de la energía vital; una de las estrategias más sencillas para hacer frente a las situaciones de estrés; y un camino para conocerse a sí mismo.
El T.C.I. nos guía hacia la experimentación y observación de nuestro aliento y nos ofrece herramientas fáciles y eficaces para desarrollar nuestro potencial respiratorio. A partir de ejercicios sencillos, nos permite combatir numerosos trastornos producidos por los estados de tensión física y anímica; nos proporciona más vitalidad y beneficiosos efectos en trastornos de la voz.
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