El eje en torno al que se configura nuestra estructura corporal desde nuestra etapa embrionaria, la línea primitiva y su prolongación en la notocorda, es el que posteriormente generará nuestro sistema nervioso central y nuestra columna vertebral. Estas estructuras son el enlace central sobre el que enfocamos el trabajo en la Terapia Craneosacral. Cráneo y sacro son los dos polos, positivo y negativo, de estas estructuras: el sacro representa nuestro asiento en la tierra y el cráneo es nuestro contacto más aéreo, más celeste. Entre estos dos polos fluye el líquido cefalorraquídeo que baña todo el sistema nervioso central y que, según William Sutherland, está impregnado del Aliento de Vida, principio ordenante y vitalizador de todo el organismo. Este fluido se manifiesta con un movimiento de marea, desplegando ritmos mareales más sutiles y energéticos con los que unas manos entrenadas pueden contactar.
La terapia craneosacral es una técnica manual que nace de la Osteopatía Craneal, ideada por W. Sutherland, discípulo directo de Taylor Still, fundador de la Osteopatía. En su origen surge de un trabajo sólido, manipulativo e intervencionista, que ha continuado desarrollando la corriente osteopática estructural y que con las aportaciones de diferentes escuelas y profesionales, ha evolucionado hacia la actual terapia craneosacral biodinámica que plantéa un trabajo de escucha corporal sutil y nada manipulativo, buscando ser un punto de apoyo neutral para la inteligencia corporal de cada paciente, que es la que mejor conoce el plan nherente de salud y las vías adecuadas para recuperar el equilibrio perdido.
El terapeuta craneosacral debe situarse en la vía de conocerse a sí mismo, de estar en un proceso de escucha interior atenta en la que poder reconocer, aceptar y apartar todos los obstáculos internos que le impidan ser neutral y respetuoso con la historia del paciente que tiene delante y, de ese modo, poderle ayudar en el proceso de resolver los conflictos y traumatismos que le impiden restaurar su salud viviendo, consiguientemente, mermado y enfermo.
Como le dijo el sabio Diógenes a Alejandro Magno, cuando este le preguntaba que podía hacer por él en agradecimiento a sus enseñanzas: "apártate de en medio y no me quites el sol."; nosotros, como terapeutas, debemos quitarnos de en medio y facilitar que el cuerpo utilice sus propias herramientas y recursos para alcanzar la restauración.
Respeto, aceptación, neutralidad y atención compasiva son los pilares de nuestro trabajo.
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