Las hayamos o no sufrido personalmente, es muy probable que la mayoría de nosotros hayamos oído hablar de las fobias. Quien no conoce a alguien que esta aterrorizado de volar en avión, hasta el punto de que vive resignado a no ir lejos de vacaciones, o a alguien que sube y baja pisos y pisos de escaleras con tal de no montar en un ascensor? Estos comportamientos pueden parecer extraños vistos desde fuera, pero los que así actúan no son cobardes ni son excéntricos intentando llamar la atención. Seguramente, son victima de una fobia.
Pero ¿que son exactamente las fobias? ¿Como llegan a desarrollarse? ¿Y tienen cura?
En general, llamamos fobias a los miedos intensos e irracionales a un objeto o circunstancia en concreto. Estos miedos son desproporcionados porque el temor que el objeto suscita en estos casos suele estar muy por encima del riesgo real que el objeto representa. Las arañas, por ejemplo, a menudo protagonizan fobias, a pesar de que en países como España no constituyen peligro alguno en general. El otro requisito necesario para que a uno se le diagnostique una fobia es que su miedo tenga un efecto perjudicial y significativo, afectando así a la calidad de vida.
Vale recalcar en este punto que el miedo como tal es un mecanismo completamente normal y hasta sano, cuya función es la propia supervivencia. En gran parte es el miedo lo que nos hace rechazar comportamientos peligrosos, como cruzar la calle sin mirar o irnos a dar una vuelta por la jaula de los leones. Hay veces que sin embargo, los miedos pueden volverse patológicos, poniéndose en funcionamiento cuando no se necesita de ellos, es decir, de cara a cosas inofensivas. En este sentido las fobias podrían equipararse a las alergias, donde el sistema inmunológico insiste en atacar agentes que no nos hacen mal, tratándolos como si realmente fuesen nocivos.
Y así como se puede tener una alergia casi a cualquier cosa, también una fobia. Entre las que mas ven los psicólogos están el miedo a las alturas (vértigo), a los espacios cerrados (claustrofobia) y las arañas (aracnofobia). Menos oídas pero también sorprendentemente comunes son las fobias a los payasos, los globos y los vómitos. Incluso las hay muy particulares y casi únicas. Hay personas que tienen miedo a las muñecas, o a un instrumento musical, y hasta hay alguno que sufre terror cuando le ponen delante un plato de alubias.
Pero de donde vienen las fobias? Como llegan a formarse? Los estudios más recientes apuntan a tres ingredientes principales que deben combinarse: la predisposición personal, un estado mental de ansiedad y la presencia del objeto fóbico. Hay veces que este "cocktail" psicológico puede verse claramente, como es el caso cuando una fobia nace inmediatamente a raíz de un suceso traumático. Un ejemplo de esto seria el niño que tras ser mordido por un perro, desarrolla un miedo hacia los perros, o incluso hacia todos los animales. Otras veces en cambio, el origen de una fobia no es claro, y la persona no consigue vincularla a ningún hecho en concreto. Hay quien, por ejemplo, esta aterrorizado de volar en avión sin haber subido jamás por los aires o pisado siquiera un aeropuerto. En estos casos se especula que la fobia puede haberse formado cuando la persona estaba ansiosa por otro motivo, como una enfermedad en la infancia, y vio u oyó algo sobre el objeto fóbico, al cual erróneamente se asocio esa ansiedad.
De no ser atajadas por terapia o por la propia persona siguiendo un programa de ayuda psicológico, las fobias pueden durar mucho tiempo y causar muchos inconvenientes a sus victimas. A menudo la familia no es de gran ayuda, ya que a quien no ha sufrido nunca una fobia, puede resultarle muy difícil entenderlas. Por que Fulanito no puede ni ver a los gatos, cuando la mayoría no hacen nada? Pero aunque algunos no se lo expliquen, no se trata de algo racional, sino de un temor que viene sin sentido y sin invitación, y cuya presencia se da a conocer de manera real y aterrorizadora. Por desgracia, aunque es lo natural, evitar el encuentro o contacto con el objeto fóbico solo sirve para reforzar la fobia, de modo que muchas tienden a intensificarse con el paso del tiempo.
A pesar de esto, el cuadro clínico no es pesimista en absoluto. Por el contrario, con la ayuda adecuada, el pronóstico es muy positivo. No es raro hoy en día que un terapeuta pueda curar una fobia en una sola mañana. Y tampoco se trata de técnicas muy especiales. El secreto es simple: Las fobias se superan enfrentándose a ellas.
Y como puede conseguirse esto si la persona sufre de tanto temor? Es ahí donde un buen terapeuta puede desempeñar su papel: creando un programa de acercamiento gradual y progresivo que se ajuste a la fobia en concreto. El que tiene miedo a volar puede, por ejemplo, empezar solamente con ir a un aeropuerto a tomarse un café, o la persona que tiene miedo a las agujas puede imaginar que le ponen una inyección, repitiendo este ejercicio varias veces al día, hasta que su ansiedad baje lo suficiente como para tomar el siguiente paso.
El éxito de estas técnicas es extremadamente alto y existen muchísimas personas que tras décadas de temer a algo, se encuentran, para su sorpresa y la de sus seres queridos, con que son capaces al final de enfrentarlo sin la más mínima ansiedad. Como los fantasmas, el miedo de las fobias se hace mas y mas grande en nuestra mente cuando intentamos escapar de el, pero igual de fácilmente se desvanece, cuando nos atrevemos a enfrentarlo.
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