MODIFICAR HABITOS VOLVIENDO A HABITAR EL CUERPO

Por: PABLO JURADO
Profesor del método Feldenkrais
Alicante
Email: pablojurado@inicia.es


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¿Cómo puedo modificar hábitos que he desarrollado a lo largo de muchos años? Me preguntaba después de una sesión un alumno recién incorporado.

Es una muy buena pregunta, porque precisamente la posibilidad de modificar nuestros hábitos en la forma de vivir y usar nuestro cuerpo es una de las características del trabajo del Método Feldenkrais.

A veces hacemos gimnasia, estiramientos, deportes, etc. o cualquier actividad física que, sin duda, pueden ser muy beneficiosas, pero después ¿que sucede en nuestra vida cotidiana cuando estamos limpiando la casa, sentad@s ocho horas frente a un ordenador, conduciendo, levantando peso...? ¿Mi cuerpo se organiza de forma que puedo moverme con armonía y fluidez o necesito hacer esfuerzos que me producen fatiga, tensión, contracturas.?

Con el Método Feldenkrais podemos reaprender a vivir y usarnos de forma acorde a nuestra propia naturaleza, pero ¿cómo es esto posible?

Partimos de la base de que los seres humanos tenemos, como todos los seres vivos, las capacidades de autorregulación y de adaptación. Estas capacidades naturales nos permiten mantener nuestro equilibrio interno y en relación al medio que nos permite la supervivencia. Este equilibrio comprende todos los niveles desde el celular hasta el del organismo completo, pasando por sus distintas funciones. Cuando habitualmente tenemos zonas de nuestro cuerpo tensas y doloridas, nuestro esqueletos no nos da un buen soporte estructural, nuestro movimiento es limitado y mal organizado, .en general cuando algún sistema no cumple su función satisfactoriamente es porque algo ha impedido la expresión de nuestras capacidades. Es decir, que si buscamos un remedio externo o desarrollar ciertas habilidades que contrarresten la "deficiencia" lo que haremos será crear una dependencia de ello. Lo que propone el Método Feldenkrais es redescubrir el proceso de conocimiento de sí mismo y aprendizaje que todos vivimos en la infancia y despertar esas capacidades que han ido "durmiéndose" por el camino.

¿Qué es lo que hace que nos alejemos de nosotros mismos y dejemos de habitar nuestro cuerpo?

Son muchos los factores que han influido en esto, veamos algunos:

- Históricamente, en nuestra cultura, la filosofía nos ha propuesto un modelo dualista del ser humano donde cuerpo y mente se han visto como dos entidades separadas. Sobre todo a partir de Descartes que, con su "pienso luego existo", nos propone la idea de que la mente es la que nos hace humanos y prevalece sobre el cuerpo.

- Algunas religiones han visto al cuerpo como la morada del pecado, gran impedimento para la elevación del alma.

- A nivel social hemos creado una educación que nos ha enseñado que los cuerpos deben taparse, el contacto físico se limita a las relaciones íntimas, no es correcto estirarse, bostezar, expresar ciertos sentimientos, las chicas deben tener ciertas apariencias y conductas, los chicos otras.

- Los niños y niñas crecen y se desarrollan enfundados en zapatos, metidos en un parquecito, más tarde van al colegio donde pasan horas encajados en un pupitre, hoy muchos no disponen de espacio al aire libre para expandirse pero si de videojuegos, ordenador y televisión donde permanecer también horas.

- Otro factor es el estrés que nuestro sistema nervioso interpreta como agresión creando las condiciones para defenderse de ella, es decir un estado de activación que supone tensión nerviosa y muscular, que puede tener graves consecuencias si se mantiene.

- Después están los sucesos ocasionales como situaciones difíciles de la vida, enfermedades, accidentes, etc.

Vemos que son muchas las circunstancias desfavorables a nuestro desarrollo natural a las que tenemos que adaptarnos.

El sistema nervioso selecciona la información que le resulta relevante porque no podría organizarse ni asimilar toda la que nos llega continuamente. Así, cuando aprende algo está atento, una vez lo ha aprendido reproduce la respuesta conocida desarrollando un hábito. Algunos hábitos resultan favorables pero otros no. Por ejemplo, después de una lesión, enfermedad u operación, a veces, seguimos usando las maneras de movernos que hemos desarrollado en esta etapa cuando ya no son necesarias.

Cuando actuamos de forma perjudicial el cuerpo nos avisa con la fatiga, si continuamos el cansancio muscular puede producir tensiones y desajustes y el sistema nervioso nos lo indicará a través del dolor. Como no puede estar sintiendo ese dolor continuamente, si no mejoran las condiciones, el cuerpo protegerá esa zona y creará contracturas y/o insensibilizará la zona produciéndose lo que algunos llaman la amnesia sensomotora.

Es decir, que esa parte de nuestro cuerpo pasa a segundo plano dentro de la escucha de nuestro sistema nervioso.

Para que pueda ser posible la autorregulación es imprescindible la retroalimentación. ¿Esto qué quiere decir? Que si una célula no es capaz de escuchar y evaluar cuanto sodio hay dentro y fuera de ella no sabrá si tiene que tomarlo o soltarlo. De la misma manera nuestro cuerpo debe poder sentir y hacerse eco de todo lo que sucede en él porque sino no podrá ajustarlo.

Por supuesto esto es algo que hacemos involuntaria e inconscientemente. De ello se encargan ciertas partes profundas de nuestro encéfalo.

Volvamos ahora a nuestra cuestión inicial: ¿cómo podemos modificar hábitos en el uso de nuestro cuerpo?

El cuerpo no conoce el castellano ni ningún otro idioma, su información es motora y sensorial, él está más cerca de las emociones que de los pensamientos.

¿Por qué os digo esto? Porque muchas veces queremos modificar un hábitos y tomamos la decisión, por ejemplo, de llevar la espalda recta, de hacer menos esfuerzo, de vivir más relajados, etc. pero esa decisión viene del neocórtex prefrontal, o sea, de la parte delantera de la capa más externa de nuestro cerebro. Con lo cual nos encontramos con dos informaciones diferentes y contradictorias: un hábito instalado a nivel profundo y una decisión consciente que crean una lucha en mi interior. Así es fácil conseguir lo contrario de lo que pretendíamos y reforzar el patrón que queríamos eliminar.

Con esto no quiero decir que no debamos tomar decisiones para hacer algo al respecto, sino que nuestro organismo modificará cuando tenga las condiciones para hacerlo. Y esas condiciones son primero devolverle la capacidad de autoescucha, después recordarle que tiene muchas otras opciones posibles para que pueda elegir y adaptarse lo mejor posible a cada caso no necesitando ya su hábito antiguo.

Esto es lo que hacemos en el Método Feldenkrais, hablarle al organismo en su idioma de sensaciones y movimiento, desarrollando sensibilidad para aumentar la capacidad de percepción, descubriendo los hábitos, tensiones y bloqueos y exploramos posibilidades inhabituales nutriendo el repertorio del sistema nervios para que encuentre caminos más eficaces de acción y una mejor adaptación. Y todo ello sin luchar, sin esfuerzo, sino creando las condiciones de disponibilidad y curiosidad necesarias para el aprendizaje orgánico natural.

Dicho así no sé como os resuena a los que no habíais oído hablar de este tipo de cosas. Siempre digo que lo mejor es probarlo, lo mejor es experimentar. Porque cuando el cuerpo reaprende a sentirse, vivirse y usarse con armonía es como volver a casa, a nuestra verdadera casa.