Vamos teniendo cada vez un poco más de conciencia de hasta que punto la civilización, reprime y atrofia a nuestro cuerpo.

La vida sedentaria o lo que es igual, trabajar ocho horas sentado o de pié, quieto, en un espacio reducido, con la postura forzada en la mayoría de los oficios, siempre en posiciones estereotipadas, usando asientos poco aconsejables, y unos cuantos factores mas... van produciendo, sobrecargas, contracturas y anquilosamiento, en nuestros cuerpos.

Hemos perdido la conciencia de tener un cuerpo que esta hecho para ser dinámico para moverse y si no puede, se va haciendo rígido, se entumece, la circulación se estanca, y poco a poco van apareciendo las quejas del cuerpo, de esta casa que habitamos cada día y cada noche a lo largo de toda la vida.

La expresión corporal, en cualquiera de sus formas, tiene el objetivo de movilizar todo el cuerpo con movimientos nada forzados, pero sí mas allá de lo que hacemos cotidianamente.

La expresión corporal, induce al cuerpo a reconocerse, en el espacio. Es una especie de renacimiento. Al descubrir la riqueza de todos los movimientos posibles, también podrá descubrir sus limitaciones y sus posibilidades.

El cuerpo adulto se ha convertido en un producto de la educación, antes muy estricta, en la que no era educado desperezarse, bostezar y, al fin y al cabo, expresarse por este motivo.

Al hacernos cargo de él y de su necesidad, el cuerpo irá mostrando su agradecimiento al poder repetir gestos que antes nos causaban dolor (agacharnos, levantarnos, etc.) y comprobar que con la práctica de cualquier técnica corporal, sea baile, danza, interpretación... continuada, en el tiempo, con regularidad el cuerpo lograra, volver a sentir, volver a jugar, poder crear, También recogerse y encontrarse, porque existe.