EL TANGO

Por: VERONICA ATALA
Directora del CENTRO DE DANZA-BAILE
Y ACTIVIDADES COMPLEMENTARIAS
ATALA
Alicante


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Una música envolvente, que ondula, muy especial... que crea una atmósfera de incertidumbre, ambientes cambiantes, cortes, pausas y crescendos que a todos llama la atención. El tango te atrapa los sentidos como una novela de suspense...

"El tango es un pensamiento triste, que se baila". E. Santos Discépolo.

Algo de historia sobre el TANGO ARGENTINO merece la pena

Todo parece que se cocía en Buenos Aires a finales del XIX, cuando la inmigración sextuplicó la población en pocos años.

Este derrumbe de antiguas civilizaciones y el crecimiento y la diversidad hacen que surja la fusión cultural y musical. En aquellos tiempos se bailaban en círculos más selectos de la sociedad las Mazurcas, Polkas y Habaneras. Por otro lado los negros afincados en el Río de la Plata, practicaban el Candombé, procedente de Africa. Los criollos le daban a la Milonga y llegamos los españoles con los Tangos Andaluces. Los italianos aportaron un tono nostálgico y un buen acompañamiento musical... "una buena mezcla".

El Tango nace en los arrabales, bajos fondos porteños, llenos de inmigrantes desarraigados, rufianes, delincuentes y prostitutas... en tugurios orilleros, entre naipes y alcohol.

La delincuencia "maleva" crea un lenguaje propio, de ocultación, de disimulo al que se le conocía como "Lunfardo". Este era un distintivo de una forma de entender la vida. Las primeras letras de Tango se crearon en utilizando este lenguaje. En la actualidad en algunos ambientes se habla este lenguaje y se continúan creando letras con él.

A principios del XX, gracias a los "organitos" que paseaban su música por las calles, se extendió entre las clases acomodadas de Buenos Aires.

Y en los años 20 llega a Europa, provocando un gran escándalo...

Pío XII y los gobiernos de Alemania e Italia, prohibieron este baile, por su alto contenido erótico y sensual, que despierta pasiones. Como todo lo prohibido, así fue... Triunfó como la Coca-cola.

En los 40 toda Europa bailaba el Tango. En las academias se iba perfeccionando y refinando sus figuras y pasos, llegando a formar parte de programa oficial de la "Ballroom Dancing" de competición.

Aparecen en esa época los grandes letristas, poetas urbanos como Enrique Santos Discépolo y los grandes intérpretes como Carlos Gardel.

Después de haber desaparecido y resurgido varias veces, en los 80, aparece el Nuevo Tango, de la mano de Astor Piazolla.

Hay que destacar que en los últimos años se ha difundido entre los jóvenes, igual que lo fue entre nuestros bisabuelos.

El Tango es un relato que se escribe con los pies

Ahora que ya sabemos cómo llegó hasta nosotros, por qué nos engancha su melodía y nos suena su compás de "2/4". ¿Quién no se ha quedado fascinado mirando una pareja bailar tango?

Su sensualidad, los movimientos felinos, su languidez, la vacilación, un impulso fuerte, los enlaces y desencuentros, la fuerza, los quiebros... y a la vez, su elegancia... El Tango tiene algo que "conecta" con todos nosotros. Alguna parte de nuestro ser se identifica con la nocturnidad, el erotismo, su estética, la suavidad y firmeza de sus movimientos, de su música y de sus letras. Nos causa respeto porque crea un ambiente cambiante, dramático y furtivo. Realmente despierta en nosotros emociones y sentimientos contrapuestos: inquietud, incertidumbre, misterio, pasión.

Todo esto hace que el Tango resulte tan irresistible.

Podemos pensar erróneamente cuando vemos bailar el Tango, que esos movimientos que parecen tan complejos, rápidos, exagerados, están fuera del alcance de la gente de corriente.

Nada más lejos de la realidad. Con una adecuada enseñanza, con un buen método y sobre todo, con un buen profesor o profesora, cualquier persona puede llegar a conocerlo, dominarlo, dejarse llevar por él, sentirlo y... vivirlo.

¿Te atreves...?