MARIMENTE Y MARISIENTO

Por: MYRIAM VALLS
Psicóloga Clínica
Directora del Centro ASHA, Alicante
Email: informacion@centroasha.com


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Era temprano, de un día cualquiera, y cuando en el cielo comenzaban a verse los primeros rayos de luz, Marimente comenzaba a despertarse tras un sobre salto al oir su ruidoso despertador, el que le aseguraba, la tranquilidad de no quedarse dormida.

Marimente vivía feliz su día a día, porque se preocupaba de cumplir en cada momento con lo que ella consideraba que era hacer las cosas bien.

Se levantaba y tras tomarse su café, decidía que se pondría para ir ese día adecuadamente vestida a su trabajo, verse guapa y dar una imagen de adecuada, algo que ella sabia hacer muy bien.

A lo largo de toda la mañana ponía todo su esfuerzo e ilusión en hacer bien su trabajo, y si era necesario podía quedarse con menos tiempo para su rato de comida, con tal de sacar adelante la tarea prevista para ese día.

No penséis que no la gustaba descansar o divertirse, simplemente es que sentir que había cumplido al máximo con lo que ella podía hacer ese día, le hacia sentirse mejor, asi que al fin y al cabo ella decidía libremente, y se sentía bien de cumplir como ella quería.

Al final de la tarde, cuando en muchas casas estan sentados para cenar algo, Marimente salió de su trabajo y contenta consigo misma se dirigía a la suya. Cansada del largo día, se preparo algo rico para picotear y tranquilamente oía un poco de música.

Cuando relajadamente pensaba en acostarse ya, para no estar demasiado cansada al día siguiente, se llevo una sorpresa. Sin esperarlo en su cuarto tuvo una visita:

Toc, toc, llama su atención una lagrima que le corría por su mejilla, soy Marisiento.

Marimente, se quedo sorprendida, no sabia, ni conocía a semejante amiga.

Marisiento, estaba cansada del poco caso que normalmente Marimente la hacia, así que esa noche estaba decidida a hablar y que la prestara algo mas de atención, por lo que comenzó a quejarse sin pensar nada mas...

No sé si te das cuenta de lo cansada que estoy de que no me prestes ninguna atención, me siento triste, muy triste y olvidada.

Se supone que éramos amigas, y nunca me escuchas, siempre eres tú la que decides que es mejor hacer, y asi no me siento nada feliz.

Tu nunca sabes lo que yo realmente quiero, me apetece o necesito. No me das tiempo para descansar o disfrutar de cosas que a mí me gustan, y que tú, por supuesto no das importancia, para ti son tonterías. Como no tienes tiempo de escucharme, tampoco sabes como me siento, ni lo triste y sola que me encuentro día tras día.

Marimente, que no podía dejar de llorar estaba perpleja. Al principio no entendía lo que su amiga Marisiento le decía, pero poco a poco fue dándose cuenta.

Marisiento tenia razón en lo que la decía, era verdad que nunca la escuchaba. Y el no hacerlo, hasta a ella misma la hacia sentirse más sola, de lo que ya por su realidad estaba.

Se dio cuenta que estaba perdiendo la oportunidad de contar con la compañía de una gran amiga, una amiga que en realidad siempre estaba a su lado, llena de sentimientos. Y que si le atendiera mas, ambas se sentirían de verdad más felices.

Se dirigió a su amiga y la dijo: perdona que te haya tenido abandonada, te prometo que a partir de este momento escuchare como te sientes y lo que necesitas, te tengo tanto cariño como a la mejor de mis amigas.

Marisiento la sonrió, y las lagrimas desaparecieron de las mejillas de Marimente.